lunes, 2 de mayo de 2016

Nuevos gustos, viejos huesos

Al día tengo 20 minutos que son para mí, no contesto el móvil, no hablo con nadie, me cierro en el coche y recorro un trozo de pedazo de ciudad en la que transito de una vida a la otra, no es que me muera, es que llevo doble vida, y francamente no lo llevo bien, pago el doble de impuestos. En esos 20 minutos he descubierto que lo que jamás toleraba, la música salsa, ahora tiene un poderoso efecto antiestrés, antigravitatorio y antioxidante en mí. Que sabiduría popular, qué letra tan intensa, sencilla, concreta e impactante. Y un semáforo por aquí, y otro por allá, dale papi, dale...Coño veo a la guardia urbana delante y me pongo tras el Golf de la rubia despampanante. Funcionó,  le hicieron soplar a ella. Subo de nuevo el volumen, y dale por aquí, y dale por allá. Qué sensación tan curiosa sentir que me contorneo por las lineas de una mulata con perfume de asfalto con los huesos tan viejos, qué poderosa es la mente con un poquito de ritmo bien puesto. Mañana cambiaré, me pasaré a Minerva que, echando las cartas, es la mejor hilvanadora de hilos tejiendo vidas que van desde un zurcido hasta un jersey de cuello de cisne.

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